Barco a la Deriva: Parte III

Desde que tenemos uso de razón vemos que en Puerto Rico, cuando una persona ofrece un punto de vista diferente al común y aceptado, o se expresa abiertamente sobre cualquier gestión pública a través de protestas o peticiones, alguien les llama “pelú” o “comunista”, intentando quitarle validez a la persona y al razonamiento detrás de su opinión y/o acción. ¿Pero cómo podemos argumentar que apoyamos la democracia si no ejercemos y protegemos los derechos tan natos de la misma (desde el derecho a la libertad de expresión, hasta el de la participación)? Nos han vendido un Koolaid tan FALSO como cuando las maestras nos decían en la escuela que “por cada hombre hay siete mujeres”.

Ni hay 7 mujeres por cada hombre, ni la democracia se trata únicamente de votar cada 4 años y de opinar dentro de la “norma” sobre lo que está pasando en nuestra isla. Con esto en mente, hemos escrito una Serie para detallar el rol cívico en la defensa de la verdadera democracia, y de lo que podemos aprender de otros (como Corea del Sur y la Primavera Árabe) para evitar tropiezos en el proceso. Pero antes de hablar más sobre nuestro rol en PR post-Ricky, queremos acabar con esas premisas falsas acerca de lo que es, o no es, la democracia. Con este fin, hoy te compartimos un resumen sobre el origen de la democracia, sus defectos y virtudes.

Desde el comienzo de la democracia en Atenas, hace más de 2,500 años, esta forma de organización social se basaba en la participación masiva regular en la toma de decisiones, donde el pueblo (pueblo=hombre) se reunía mensualmente para votar a través de plebiscitos o referendos, sobre propuestas, leyes y acciones del gobierno. Para proteger el balance de poderes dentro de esta estructura, Atenas estableció reglas estrictas más allá del voto regular. Por ejemplo, los oficiales públicos se elegían mediante una especie de lotería. También se expulsaban de Atenas a aquellos políticos que se habían convertido en personalidades populares, ya que el pueblo reconocía que los políticos reconocidos podían dejarse llevar por la ambición de poder e intentar deteriorar las estructuras democráticas para permanecer al mando.

Aunque Atenas pasó por sus momentos turbios que retaron la democracia, en la evolución de la historia, la sustancia de esta forma de gobierno se ha diluido a una de, en el mejor de los casos, participación indirecta, generando problemas serios de delegación. Esta misma debilidad ha culminado en frustraciones con el sistema, dando paso al populismo y la demagogia.

Partiendo del final de la guerra fría, en los 1990´s, tanto el capitalismo, como la democracia parecían haber ganado la batalla contra los modelos comunistas. Sin embargo, los últimos tiempos nos ha demostrado que aún 30 años después, no hay consenso global, y si bien hay más llamadas “democracias”, los modelos ni son comprensivos ni homogéneos.  Según el Pew Research Center y Polity, en el 2017, 96 de 167 países tiene algún tipo de gobierno democrático, mientras que el 13% se consideran autocracias. Pero el descontento con las democracias va en ascenso. De acuerdo con la media global, 51% de los encuestados en 27 de estas democracias, demostraron su insatisfacción con el sistema. Peor aún, en promedio, los niveles de confianza en los funcionarios públicos dentro de una democracia están igual o peor que los de regímenes no democráticos. Desde académicos relativamente conservadores, como Larry Diamond, hasta otros más liberales como Ian Shapiro, la gran mayoría reconocen las debilidades del sistema democrático actual.

Alguna de las razones por la que el sistema democrático que vemos hoy está fallando:

  • El mismo hecho de celebrar las elecciones cada 4 años, a pesar de que las políticas públicas en general tardan de 5-10 años en demostrar resultados, incentiva a los políticos a ejecutar programas enfocados en otorgar beneficios a corto-plazo. La mentalidad cortoplacista no se trata de atender los temas de una forma correcta y comprensiva, sino de garantizar la reelección
  • El cabildeo y los fondos que se necesitan para postularse a puestos políticos limita la posibilidad de muchos a correr, y a su vez crea un desbalance en la representación de diferentes sectores y poblaciones, alimentando la desigualdad
  • La falta de transparencia y rendición de cuentas nos cohíbe de poder determinar si la elección de delegar responsabilidades a un oficial público/político está dando los resultados esperados, o si requiere de reformas

Aunque existen múltiples debates sobre que conforma una democracia, está cada vez más claro que la participación pública activa es clave y abarca más que meras elecciones. Se necesita la protección de derechos civiles (como la libertad de expresión, de prensa, de asociación, etc.), en dónde se respeta a la minoría y los derechos de los individuos, mientras se afirma la opinión de la mayoría. Fomentar el debate público y los espacios de inclusión son claves para atender las preocupaciones de los diferentes actores de la sociedad. La apatía y la abstinencia son enemigos de la democracia.

Nosotras creemos en la democracia, pero la evolucionada, la que no ignora, sino que atiende sus defectos y en la que tenemos una gran responsabilidad como agentes cívicos de construir. Por esta razón, la semana que viene cerramos la Serie contándote sobre nuestro rol en hacer la democracia VALER para garantizar cambio por el bien común. ¡No te vayas muy lejos!

Referencias: 

  • Bradatan, Costica. “Democracy Is for the Gods.” The New York Times. 2019. Link
  • Cartledge, Paul. “A brief history of democracy: Does it still convey the ‘will of the people’?” 2018. The Independent. Link 
  • Democracy Index, The Economist. Link
  • Desilver, Drew. “Despite global concerns about democracy, more than half of countries are democratic.” Pew Research Center. 2019 Link
  • Diamond, Larry. “Democracy Demotion: How the Freedom Agenda Fell Apart.” 2019. Foreign Affairs. Link
  • Moyo. Dambisa. “Why Democracy Doesn’t Deliver.” Foreign Policy. 2018. Link  
  • “The Polity Project.” Center for Systematic Piece. Link

 

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