Las Fiestas de la Calle San Sebastian. Las peleas de Miguel Cotto. Las carreras de Javier Culson. El juego de los 12 magníficos. La vueltita por Viejo San Juan. El pasadía en Piñones. La ley seca el día de las elecciones. Los tiros en despedida de año. El arroz con gandules y los pasteles con ketchup. Las noches de Miss Universe.
No, no intentaba hacer una prosa poética basada en tantas cosas de la cultura popular, simplemente intentaba enumerar aquellas cosas que, como muchos dicen, “nos identifican y nos unen”. Todo esto comenzó hace unas semanas atrás, cuando Cotto peleaba con el Canelo y el país de repente se divide en dos: los que apoyan al gallito del Doble Seis de Villa Blanca porque es de aquí y los que “no lo soportan” porque, acá entre nos, su sonrisa es más enigmática que la de la Mona Lisa y por ende, secretamente querían que ganara el Canelo, y luego, estaba yo, como siempre. Alguien decía en Facebook que era hermoso como todos se unían por el boxeo y yo acá pensando si eso era un requisito inalienable de la puertorriqueñidad. Nunca me he reunido en casa de nadie para ver boxeo, de hecho, nunca he entendido porque el boxeo mueve tantas masas en este país, pero cada cual a lo de uno. Probablemente llevo toda la vida violando el primer mandamiento de la puertorriqueñidad.
Poniendome a pensar en los diez mandamientos de la puertorriqueñidad y poniendo al boxeo como el rey del escalafón, vino a mi mente la escena del génesis del orgullo patrio en el siglo XXI: Aquel día de 2001 en el que Denisse Quiñones le puso la corona a Tito Trinidad y Tito le puso la cinta. Ese es el binomio ideal: Boxeo y Miss Universe. Miss Universe 2015 es esta misma semana, y ya se empieza a respirar el segundo aire de puertorriqueñidad en su máximo esplendor por todos lados.
Todos los años los boricuas siguen el mismo patrón: cuando llega noviembre y escogen a la Miss Puerto Rico, se vacilan hasta el nombre de la muchachita. Sin contar que luego de eso, se vacilan el traje típico, la manera barata en la que Luisito y Desiree realizan el concurso y protestan la decisión. Luego de eso, piden a gritos que Magaly Febles regrese porque Desireé no sabe nada y ya no nos ganamos nada y Venezuela se lo lleva todo. Luego, se vacilan el momento en el que eligen el traje típico que se llevará al certamen internacional. Este año estaban peleando por el traje verde que lleva la Miss desde octubre, mientras que en noviembre se vacilaron a la nueva.
Todos los días, los adeptos del certamen en las redes sociales nos dejan saber cuan pocas son nuestras posibilidades de ganar, sobre todo que es culpa del monstruo llamado Desiree Lowry. El próximo paso, es el más obvio: todos los televisores esa noche se cambian al canal que lo transmite, desde los más eruditos hasta los más fanáticos se sientan frente al tv. La ventaja que ofrece Miss Universe a diferencia del boxeo es que no hay que pagar por verlo. Ahí comienza otra jornada patria. Desde el momento que la nuestra dice: “Fulana de Tal. 23. Puerto Rico” comienza el orgasmo colectivo.
Luego llega el gran momento en el que llaman a las 15 semifinalistas. La tensión se siente de Mayagüez a Ceiba pasando por Naranjito. Lo mejor es cuando llaman a Puerto Rico la primera y así nos sacamos la espinita rápido. Pero cuando los animadores empiezan “next up: Colombia” “come and take the stage: Venezuela” nos empiezan rapidito a temblar las rodillas. Y cuando no llaman ni la rubia tipo Trump ni a la dominicana entra el habitual pesimismo “esto se jodió, esta Desirée siempre” y comienza la rabia colectiva si Puerto Rico no entra. Vuelven los cánticos alabando a Magaly. Vuelven los que recuerdan la coronación de las cinco anteriores. Los que dicen que nunca más volveremos a ganar, y hasta los que piden ser estado pa ir mejor a Miss USA. Ahí hay otra epítome de aquello que nos identifica.
Estoy totalmente segura de que un “nos identifica como boricua y nos une” no existe. Señores, hay momento en lo que dos personas no se pueden poner de acuerdo, ¿Como 10 millones de boricuas esparcidos por el mundo van a coincidir en todas “nuestras tradiciones”? Con esto que diré creo que pueden hacer leña conmigo: la nación como concepto no está en otro lugar que en nuestra imaginación. Lo que yo me imagino como nación no es probablemente lo que imagina un soldado destacado en Medio Oriente, ni tampoco el boricua de la diáspora de Orlando.
Existen una serie de cosas como las que mencioné al principio o como el boxeo y el Miss Universe, que tal como ilustraba aquella foto, representan lo que para muchos, es el país ideal. Recuerden: el país ideal para unos, no necesariamente lo sea para el otro. Mientras tanto, muerte a Desirée si el Domingo la Catalina no entra a las 15.

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